El consorcio promotor del Telescopio de Treinta Metros (TMT) ha expresado a través de uno de sus vicepresidentes y relaciones externas, Gordon Squires, que la isla de La Palma «no es viable aún» para albergar esta infraestructura.
En declaraciones a los medios de comunicación de Hawái, el representante del TMT ha querido salir al paso de las polémicas que, de nuevo, han provocado que la comunidad indígena de la isla del Pacífico se esté manifestando contra la instalación de este telescopio en Mauna Kea, considerada una montaña sagrada.
Squires ha señalado que «La Palma es un excelente lugar para la astronomía», pero hace hincapié en que aún «no hemos completado todos los procesos regulatorios allí y no hay un marco de tiempo para cuándo, por lo que no es viable en ese sentido en este momento».

Llama la atención esta declaración del encargado de las relaciones externas del TMT cuando desde el Ayuntamiento de Puntagorda, el Cabildo de La Palma, e incluso recientemente el ministro en funciones de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, han expresado que la Isla está preparada para acoger esta infraestructuras.
En estos últimos años, a la espera de la decisión definitiva sobre la ubicación del TMT, las administraciones palmeras han cambiado el planeamiento, cedido terrenos públicos al Instituto de Astrofísica de Canarias e incluso iniciado los trámites de licencia para la construcción del telescopio y sus infraestructuras paralelas, así como garantizando parte de la financiación, por lo que hace más llamativas las declaraciones de Gordon Squires.
Lo cierto es que después de que la Corte Suprema hawaiana alcanzara un supuesto principio de acuerdo con las autoridades indígenas para la ubicación allí del TMT, más colectivos vinculados a los antiguos pobladores de la zona comenzaron nuevas protestas, que han impedido hasta el momento el comienzo de las obras y el acceso a la montaña sagrada.
Y es que el Consorcio TMT mantiene la preferencia de Hawái para construir el telescopio, a pesar de la protesta cada vez más multitudinaria, ya que se estima que en torno a 3.000 personas están acampadas en la zona, impidiendo el acceso de cualquier tipo de maquinaria.