La lava llegó al mar, ¿y ahora qué?

Ironías de la vida, la lava llegó al agua la misma noche en la que los Caballos Fufos deberían haber salido a danzar por el municipio

Imagen de la lava en el mar. Fuente: Instituto Español de Oceanografía (IEO)

Diez días fue lo que tardó la lava en recorrer, con paradas y cambios de dirección, los kilómetros que separan el cono volcánico de los acantilados de Tazacorte, cuyos habitantes hoy, lejos de mirar hacia el mar, deberían celebrar el día de su Patrón, San Miguel Arcángel, que es, a su vez, el Patrón de toda la isla.

 

El 28 de septiembre de 2021 pasará a la historia como el día en el que el volcán sin nombre -dejemos debates sobre el bautismo de algo tan destructivo para otro momento- tocó mar. Ironías de la vida, la lava llegó al agua la misma noche en la que los Caballos Fufos deberían haber salido a danzar por el municipio, una tradición que, por el momento, sigue confiscada por la pandemia y que, a partir de ahora, compartirá hueco en el corazón de los bagañetes -y de la isla entera- con la destrucción tan vil y dañina de las lenguas de lava.

Tras la llegada de la lava al mar, queda prohibido el acceso a las zonas evacuadas, se paraliza el operativo de riego para los agricultores con fincas en Puerto Naos, El Remo y Las Hoyas y, desde el Cabildo de La Palma, se recomienda a la población confinada de Tazacorte no salir de sus casas y mantenerse fuera de la zona de exclusión.

Los expertos ya no tendrán que lidiar con el bombardeo de la pregunta más recurrida: ¿Cuándo llegará la lava al mar? Porque el volcán marca sus pasos y ritmos. La bestia indómita que seguirá decidiendo cuándo atacar y cuándo parar. La lava ha llegado al mar, sí, y ¿ahora qué? Pese a que manteníamos la esperanza de que, hecho el camino ya, las lenguas continuaran la senda marcada, lo cierto es que hoy, ya en el mar, el volcán sigue destruyendo sueños y vidas.

Tal y como ha informado El Instituto Español de Oceanografía, «comienza a formarse un delta de lava que poco a poco gana terreno al mar». Otra ironía más: el volcán que destruye y construye.

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