Podría considerarse difícil, por los requisitos que conlleva la ocupación temporal de un espacio público a nivel administrativo, pero nunca imposible si el solicitante cumple con lo establecido para ello. Para resumir, es legal; sin embargo, en La Palma parece que no lo es.
Casarse en “una playa paradisiaca de arena negra en una Isla verde en medio del Atlántico, de naturaleza salvaje, cielo estrellado sin contaminación lumínica y un microclima excepcional” (así reza el anuncio) es una oferta idílica que muchos hemos visto en redes sociales o medios convencionales, incluso cuando se trata de promocionar turísticamente la Isla Bonita, La Palma. Pero otra cosa es que eso pueda hacerse realidad.
Algunas empresas, incluso extranjeras como La Palma Wedding, que probaron suerte en este campo han desistido por la negativa administrativa, básicamente en ayuntamientos y Delegación del Gobierno (como representante en la Isla del Ministerio de Medio Ambiente) a facilitar los permisos para ello. Es más fácil organizar un concierto multitudinario, un campeonato de fútbol o una carrera de caballos en una playa que invitar a dos decenas de amigos y familiares a tu boda sobre arena negra en la costa.
Hasta hace unos meses llegó a celebrarse alguna ceremonia organizada por una de estas empresas en playas de la Isla, sobre todo en la costa Oeste en donde más horas de sol se consiguen. Pero a día de hoy, estas entidades comunican a los posibles clientes que esto ya no es posible. Los trámites no facilitan la actividad.
Lo curioso es que esta negativa, al parecer, no se produce de la misma forma en otras islas o zonas costeras de la Península o demarcaciones costeras. La normativa, por estos lares, sí permite ceremonias de bodas en las playas, y según qué lugar, se aplican unas tasas u otras. En Tenerife o Lanzarote, por ejemplo, apenas hay que depositar una fianza de 300 euros más un canon en torno al 10% del beneficio que obtendrá la empresa organizadora del evento. En otro lugares como Castelldefels (Cataluña) las bodas civiles de las parejas empadronadas en la población barcelonesa llevan una tasa de 1.900 euros que sube hasta los 2.500 para los no empadronados. En ambos casos la tasa solo permite el uso de la playa para la ceremonia civil, no para la fiesta posterior.
Quizás en La Palma la negativa se deba a que los consistorios no profundizan en la normativa que
sí se aplica en otros puntos del país, o que se eternizan a la hora de tramitar permisos y cumplir los plazos establecidos para todos por igual.
De este tipo de eventos privados se pueden beneficiar muchas empresas: sonido, iluminación, cátering, animación, decoración, menaje, transportes, limpieza, hospedaje… un pequeño empuje económico que suma si además atrae, como se pretendía por algunas de estas entidades, a turistas extranjeros con el sueño de casarse en un lugar paradisiaco… que no sea Hawaii o el Caribe, donde según las películas hay bodas a diario, pero está algo lejos de Europa.
Por cierto, como curiosidad, en la web de Turismo ‘Islas Canarias’, sí que aparece algún anuncio o artículo en el que se promocionan bodas en playas de todo el Archipiélago, incluida La Palma (ver las siguientes capturas de pantalla).